jueves, 20 de mayo de 2010

En el Bicentenario de la Patria, Mejor Hablar de Ciertas Cosas

Por Beatríz Bogado (*)
La libertad de los pueblos no consiste en palabras, ni debe existir en papeles solamente, cualquier déspota puede obligar a sus esclavos a que canten himnos a la libertad; y este cántico maquinal es muy compatible con las cadenas y la opresión de los que lo entonan. Si deseamos que los pueblos sean libres observemos religiosamente el sagrado dogma de la igualdad”. (Mariano Moreno; Decreto de Supresión de Honores, Publicado en La Gazeta del 18/11/1810). En la Argentina del Bicentenario vivimos una etapa de ampliación del piso de ciudadanía.




Al igual que hace cincuenta años, durante los gobiernos del peronismo (entre 1.945 y 1.955) en nuestro país existe un estado presente que construye una Argentina igualitaria, (según datos actuales, el estado - nación más igualitario de toda América Latina); y como ayer los trabajadores y las trabajadoras vuelven a participan en la distribución de la renta en un proceso de recuperación de su protagonismo histórico, y eso molesta a los poderosos.

Hoy a 200 años del inicio de la gesta de Mayo, los hombres y mujeres de carne y hueso que la hicieron posible vuelven a tomar en sus manos -a través de nosotros-, la obra inconclusa de aquella revolución, revolución que intentó ser reducida solo a un acto escolar, o en todo caso a un triste debate sobre la presencia de paraguas debido a contingencias meteorológicas de dudosa comprobabilidad.

A 200 años, la revolución de Mayo está presente en nosotros en el pensamiento vivo de los hombres y mujeres de aquella época, pensamiento desde el cual debemos reflexionar. Por un lado, sobre la anestesia generalizada aplicada casi sin miramientos a la conciencia del pueblo por parte de las clases dominantes- las de afuera y las de sus cómplices locales- y por otro sobre las condiciones de vida de este mismo pueblo que tuvo muy pocas veces a lo largo de su historia la posibilidad de pensar en sus raíces y sus entrañas, más allá de las vicisitudes del hambre, la desolación y las injusticias.

A pesar de los avatares de la historia y de los historiadores oficiales, puede verse como en un final de cuento, e irreductiblemente el país real, no el de los medios masivos concentrados que desinforman y se oponen a la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual, o que se oponen al avance del proceso de democratización de la sociedad, que juzga a los genocidas, a los que mataron a una generación entera e instauraron el hambre en un país hecho de alimentos, sino el otro, el del trabajo cotidiano que descubre que la resolución del dilema del pueblo argentino, se halla ligado al destino de los pueblos de América Latina, esos pueblos que no por casualidad tuvieron también sus revoluciones casi al mismo tiempo que la nuestra, pero también y al igual que toda América Latina, revoluciones inacabadas, síntesis histórica, que deviene en la continuidad de la pelea de los sectores populares por lograr condiciones de justicia, equidad e igualdad para las mayorías, y eso molesta a los poderosos.

¿Y por qué sostenemos que asistimos a una nueva etapa de ampliación de ciudadanía? ¿y por qué decimos que solo en ciertos momentos de nuestra historia, los sectores populares han tenido la posibilidad de pensarse a sí mismos como sujetos de derecho?, ¿Y por qué sostenemos hoy más que nunca que, a 200 años de la Revolución de Mayo, los moradores de este suelo tienen ampliada su base de ciudadanía?

Afirmamos esto porque hay claras señales de presencia de un estado garante del ejercicio de los más elementales derechos a la salud, la educación, al trabajo, a la participación democrática, a la justicia, la política de desarrollo social de los estados nacional y provincial que estamos construyendo honra al bicentenario, está íntimamente ligada a la inclusión social, el desarrollo humano y la distribución de la riqueza, el dogma de la igualdad, y eso vuelve a molestar a los poderosos.

Un estado que concibe que los derechos son patrimonio de todos y todas, y se piensan desde la integralidad de un proyecto político que pone en el centro de la escena la construcción de un nuevo sujeto social. La puesta en marcha y la vigencia actual de la medida social más revolucionaria de los últimos cincuenta años, -la asignación universal por hijo-, expresa con claridad esta concepción: Los derechos no son dádivas sino el resultado concreto de una forma de concebir a la sociedad, y en su seno las políticas públicas que la sustentan, un estado presente, que se confronta con el otro modelo, el que durante mucho tiempo garantizó los intereses de las clases dominantes, organizado para el saqueo sistemático del derecho del pueblo a ser feliz.

Hoy a 200 años de la gesta de Mayo, al igual que en aquellos momentos, decimos que es mejor hablar de ciertas cosas. Reivindicamos a los referentes de nuestra historia con quienes coincidimos más allá de toda suspicacia, nada ni nadie nos va a volver a robar la posibilidad de tener un estado que coincida con los intereses de las mayorías populares, a 200 años de esta revolución este pensamiento está, -más que nunca-, vivo entre nosotros, defender este proyecto, afianzar el camino recorrido e ir por más, es nuestra mejor forma de honrar el bicentenario de la patria.
(*) Ministra de Desarrollo Social y Derechos Humanos de la Provincia

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