martes, 2 de noviembre de 2010

El adiós a Néstor Kirchner: la hora de la militancia

Por Bety Bogado

En este inicio de noviembre, mucho se habla y escribe sobre la realidad social y política que vivirá nuestro país con la partida física del compañero Néstor Kirchner. Frente a tanta ansiedad de muchos sectores populares y ante cierta manipulación dañina de los sectores más retrógrados de nuestra sociedad, he decidido compartir mi visión de estos tiempos.

Nadie puede negar que si hoy estamos pensando de qué manera afrontar esta nueva década, este nuevo tiempo en el país se debe absolutamente a la brecha inusitada y generosa que originó la irrupción de Néstor Kirchner en la vida política argentina.

El país está de pie, en marcha, con una sólida conducción en la compañera Cristina Fernández y con un movimiento político popular, comprometido y movilizado, como respaldo. Sólo se puede plantear un escenario de caos desde una oposición maligna y ciega.

Pero está claro que todo esto hoy es posible por la gestión y articulación política del proyecto que encabezó el compañero Kirchner; sin los logros de su gobierno la Argentina seguiría hundida entre sus propios escombros. Y esa herencia será inolvidable.

Estas líneas que dan nuestra actual identidad como país tienen un claro correlato en nuestro Chaco. Esta provincia interpretó cabalmente la propuesta inclusiva y progresista del gobierno nacional y se abrió a cambiar su rumbo.

El criterio político y la capacidad de gestión de Jorge Capitanich hizo posible amalgamar en poco tiempo un espacio político que sumó la voluntad de nuestro pueblo, que ganó en las urnas la responsabilidad de gobernar y que transformó largos años de decadencia en un claro camino de progreso igualitario, con un ideal político de justicia social en marcha.

Por ello es que los sectores populares que fuimos convocados nos sumamos sin dudar a este espacio porque no sólo compartíamos un discurso, también estábamos de acuerdo en acciones concretas y especificas de restauración de la dignidad en nuestro pueblo. Aquí estamos trabajando. En este espacio y en este momento nos encontramos cuando debemos hacer la despedida del compañero Kirchner.


Nos dolió y nos seguirá doliendo, por supuesto. Porque fue un hombre cuya construcción política abrió un escenario donde los viejos ideales de un país igualitario pudieron reflotarse para ser incluidos en acciones públicas, en discusiones abiertas, en luchas vitales para rearmar el país hecho pedazos de principios de esta década.

Néstor Kirchner también cambió el estilo de hacer las cosas e impuso las respuestas rápidas, eficaces, obligando a todo su equipo a estar atentos a cualquier ocasión para actuar de manera contundente. El legado que deja no puede dar lugar a dudas, pues las condiciones están dadas, el espacio ya existe y está consolidado para seguir creciendo junto con el pueblo argentino. “Más que nunca, respaldando a Cristina”, por supuesto.

“Embarrados con la gente, con sus sueños, con sus necesidades y sus urgencias”, como siempre. Desde quienes estamos en esta trinchera política no aparece el menor viso de dudas, porque conocemos desde las entrañas de qué manera se ha entretejido este espacio, porque podemos dar fe de las sólidas bases con las que se ha construido y fortalecido este peronismo renovado y comprometido que tanto molesta a los ultra conservadores de siempre, a los fascistas con un uniforme o con esmoquin que sólo saben exigir represión a cualquier manifestación del pueblo.

Vuelvo a las fuentes: Perón enseñó que la única verdad es la realidad. Esta certeza que tengo sobre el éxito que habrá de coronar la profundización de nuestras líneas políticas en el Chaco y en el país, ha tenido la más contundente de las confirmaciones. Aunque muchos desbocados y lenguaraces quisieron aprovechar y “primerear” sobre lo que debía discutir el pueblo argentino, apenas unos minutos después de conocido el fallecimiento del compañero Kirchner, millones de personas frenaron esos intentos.

Esa histórica Plaza de Mayo, colmada multitudinariamente como pocas veces, desbarató los peores augurios y puso en escena a un pueblo al que otra vez los gigantes multimedios quisieron ningunear. El pueblo hizo un poderoso ejercicio de libre decisión y en la plaza fue una demostración de hasta qué punto se ha construido un espacio político grande, con mayúsculas, con identidad, con sentido de pertenencia verdadero.

En medio del dolor profundo y genuino, el pueblo con su diversidad, con sus formas selló una vez más su acuerdo con este proceso de transformaciones que van marcando época en nuestra Argentina.

Algunos la llamaron “la plaza del adiós” por esa muestra de amor, por el claro deseo de acompañar en sus últimas horas al líder que modificó la escena nacional. Para mí fue claramente, además, la “plaza de la verdad”, pues todo el odio elitista, a veces enmascarado en discursos de supuestas defensas republicanas, se fue por los caños.

La movilización espontánea de millones de argentinos en Buenos Aires y en Santa Cruz (corroborada en todos los rincones del país, incluyendo nuestro Chaco) nos ratificó que el proceso de transformaciones que representa este Gobierno tiene una potencia y una visibilidad que no será negociada por la ciudadanía. Los que salieron a la calle a despedir a Kirchner nos mostraron que su compromiso y su dolor serán el material con el que forjaremos más militancia política. Porque esa será la herramienta para volver a vencer al odio que hasta aquí ha sido la única respuesta que la oligarquía de este país ha tenido para confrontar a Néstor Kirchner y todos los que con él construimos este espacio.

La militancia será el espacio de recuperación de la juventud argentina y de lo mejor de las anteriores generaciones que tienen mucho por dar y por crear en este país.

La militancia será la custodia y a su vez el instrumento fundamental para sostener y llevar bien alto las banderas de una Latinoamérica integrada, como un gran bloque regional, esa “Patria Grande” que soñaron San Martín y Bolívar y que este domingo, uno de sus principales integrantes, Brasil, eligió continuar su rumbo progresista al dar la jefatura de Estado a la representante del Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff.

La militancia será la herramienta fundamental de este nuevo tiempo de construir la mejor política que tenga conocimiento esta Argentina. La militancia creará la energía que reemplace el gigantesco significado que dejó Néstor Kirchner como dirigente y sostendrá la fuerza y el contenido del liderazgo de Cristina Fernández. La militancia de todos nosotros – en definitiva – habrá de dignificar el legado, la vida y la construcción del compañero Néstor Kirchner. Descanse él en paz. A nosotros nos queda el deber de trabajar.

Los militantes serán aquellos que respeten el axioma que la economía debe subordinarse a la política y no viceversa. Serán el sostén fundamental para reforzar el liderazgo y el proyecto que tendrá ahora como líder a Cristina Fernández de Kirchner. En definitiva, el trabajo y la militancia del campo popular con sus millones de intérpretes serán la mejor manera de homenajear a un estadista que en poco tiempo le dio un verdadero sentido y peso a la palabra política.

Alguien que hizo que la multitud que pedía en 2001 “que se vayan todos los políticos” se transforme, nueve años después, en millones de almas argentinas llorando por la muerte del líder. El kirchnerismo no murió, recién empieza.

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